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domingo, 17 de marzo de 2013

'Se inició una nueva era para la Iglesia': Hans Küng



'Se inició una nueva era para la Iglesia': Hans Küng

Por: PATRICIA SALAZAR FIGUEROA

Uno de los teólogos más respetados del mundo habla de lo que significa la llegada de Francisco.


Gratamente sorprendido, conmovido y esperanzado se declaró Hans Küng, el teólogo más progresista del catolicismo, por la elección del jesuita Jorge Mario Bergoglio como nuevo sumo pontífice de la Iglesia. (Lea: 'Una Iglesia pobre y para los pobres': papa Francisco). 
 
Al igual que un sinnúmero de especialistas en asuntos del Vaticano, el estudioso suizo daba por hecho que el cónclave elegiría a un papa no europeo y que los cardenales con más opciones provenían de América Latina. No obstante, entre sus cálculos no figuraba el nombre del arzobispo de Buenos Aires (Argentina), por su parquedad y poca disposición a promoverse a sí mismo. (Lea: 'En su estilo, el papa es un fiel jesuita': Francisco de Roux).

“Pero del mismo tamaño de la esperanza que ha despertado su llegada son la expectativa y la exigencia con la que el mundo medirá su desempeño ante el gran desafío de reformar a la Iglesia en crisis”, sostiene Küng desde Tubinga (sur de Alemania), en conversación con EL TIEMPO. (Lea: Retrato íntimo del nuevo papa).

Su júbilo por la elección del cardenal argentino contrasta con su posición sumamente crítica frente a todos los asuntos del Vaticano. ¿A qué se debe?

El cónclave ha elegido muy bien, tanto por el nombre como por la región. América Latina merecía hace décadas ser tenida en cuenta veraz y efectivamente. Que la región llegue hoy a la cúspide de la Iglesia no es un acto furtivo, sino un asunto de lo más justo, propicio y vital.

¿Y qué opina del nombre que eligió el nuevo papa?

El mayor regocijo lo sentí cuando escuché que Jorge Mario Bergoglio había adoptado el nombre de Francisco. Con la elección de ese nombre, ya anunció un gran programa para su pontificado y para la Iglesia. Reconoce a San Francisco de Asís como el guardián de su apostolado, su guía y su ejemplo por seguir. Es decir, humildad, desprendimiento, fuerza de carácter y rebeldía, comandados por el profundo recogimiento en Dios.

Al mismo tiempo, con ese nombre el nuevo papa ha rendido tributo al misticismo y a la inagotable capacidad de esperanza y recuperación de su región. 

¿Qué hogar católico de América del Sur no tiene como señal de su cristianismo la imagen de San Francisco de Asís, rogando a Dios por que haga de él un instrumento de su paz? ¿Qué niño de América del Sur no conoce de memoria esa oración y recurre a ella con devoción, cada vez que necesita calmar sus tempestades internas o volver a comenzar?

Muchos siglos convulsos han pasado y San Francisco sigue operando en muchos, muchísimos creyentes. Si su humildad y desprendimiento guían a la Iglesia, estaremos por muy buen camino.

El cónclave se decidió por el cardenal que en la pasada elección papal, en el 2005, figuró como uno de los favoritos. ¿Cree usted que haber renunciado entonces a sus votos, en favor del cardenal Joseph Ratzinger, pudo haber influido en la elección de Bergoglio, convertido hoy en Francisco?

Es probable que haya jugado un papel, puesto que muchos de los que eligieron entonces fueron electores nuevamente. Mas eso no es lo importante. Lo trascendente es que se ha iniciado una nueva era para la Iglesia.

Una era en la que el sumo pontífice tendrá que convivir con un papa emérito, residente en el Vaticano. ¿Cómo se imagina usted esa relación?

Son dos personalidades diferentes. El nuevo papa encontrará el camino. Si lo que quiere es hacer un verdadero apostolado y lo demuestra, el mundo entero lo rodeará y lo arropará. Ello desactivaría cualquier ruido que pueda traer esta nueva circunstancia.

Pero lograr la aprobación de los fieles requiere que tenga la voluntad de asumir el gran reto de ejecutar las reformas que la Iglesia necesita y que los fieles reclaman.

Ese es el gran interrogante: ¿Va a tener la voluntad para hacerlo o quiere que las cosas sigan como hasta ahora? Lo segundo significaría convertirse en el sucesor de la línea conservadora de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que ha llevado a la Iglesia a donde está: sumida en el desprestigio, absorta, centrada en sus propios intereses y no en el bien de sus fieles, obsoleta y perdiendo miles y miles de creyentes cada día.

¿Y el otro camino?

Proseguir la obra del hoy beato Juan XXIII, quien en solo cinco años de papado –entre 1958 y 1963– logró cambiar la faz y el espíritu del catolicismo, mediante el Concilio Vaticano II.

¿Cree usted que un papa de 76 años, que ha padecido fuertes quebrantos de salud, tenga el tiempo y las fuerzas para reconducir la Iglesia hacia una nueva etapa del Concilio Vaticano II?

Cada día es un gran tiempo para demostrar que se tiene la voluntad. Todos estamos a la espera de nuevas señales.

¿Cuál podría sería la próxima?

Se dará cuando anuncie los nombres de sus secretarios. ¿Con quién va a trabajar? ¿Con quienes están allí incrustados? La espera por las señales no va a ser larga.

Lo inédito de la elección

El primer papa jesuita

Para los analistas, la elección de un jesuita es muy significativa. La Compañía de Jesús se ha dado a conocer por sus ideas progresistas, su trabajo en favor de la educación y la cultura, y sus misiones de evangelización. Con la llegada de Francisco al trono de San Pedro, se espera un apostolado más activo.

Es latinoamericano

Francisco es el primer papa latinoamericano y el primero que no es europeo en 1.282 años, desde Gregorio III, de origen sirio. Su elección es estratégica, no solo por ser este el continente con más católicos (40 por ciento del total), sino porque –según los analistas– se necesita un papa que tienda puentes entre Roma y el mundo.

Francisco, el primero

El papa argentino también pasará a la historia por haber sido el primero en usar el nombre de Francisco. Aunque se pensó que podría tratarse de una referencia a San Francisco Javier, cofundador de la Compañía de Jesús, a la que pertenece el Sumo Pontífice, su inspiración fue San Francisco de Asís, el patrono de los pobres, “el hombre de la pobreza, el hombre de la paz”.

Su antecesor vive

Bergoglio es también el primero en 600 años que asume el papado mientras su predecesor vive. Celestino V, quien renunció en 1294, fue encarcelado hasta su muerte por Bonifacio, su sucesor. Francisco ya llamó a Benedicto XVI y este sábado confirmó que lo visitará este sábado en la residencia papal Castel Gandolfo.

PATRICIA SALAZAR FIGUEROA
Para EL TIEMPO
Berlín.

 

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